«Mañana» el documental que puede cambiar nuestra perspectiva (leve crítica)

Por Isadora Bonilla

«Mañana» es un documental francés dirigido por Cyril Dion y Mélanie Laurent, que se enfoca en mostrar las acciones colectivas que alrededor del mundo (más que nada EU y Europa, según él) se proponen como posibles soluciones al desastre del calentamiento global. Esta es mi crítica grinch.

Lo vi hace una semana en la Cineteca y me dejó dudando mucho. Estamos en crisis, pero, ¿las soluciones son tan rosas como las plantea?

La Ciudad de México, hogar de Laboratekio, su espacio de experimentación, enfrenta numerosas crisis ambientales. Estamos hablando no sólo de la contaminación del aire, cuyos niveles más que alarmantes ya no pueden mitigarse ni disminuyendo el tránsito. Aunque buena parte de los automovilistas, realmente no se plantean el calentamiento global ni la contaminación del aire como un motor para cambiar su forma de desplazarse, de asentarse y de habitar la ciudad, tenemos que decirlo. Las bicis siguen siendo objeto de persecución ideológica. Como el vegetarianismo, o el veganismo, y muchas formas de resiliencia ante el desastre ecológico que vivimos. Pero no sólo es eso. La velocidad de esta ciudad está dando paso a una vida poco vital. Es el consumo, el tipo de trabajos, de dónde viene el agua que usamos, cuánto carbono consumimos en transporte, alimentación, objetos, y demás actividades.

Y esto es algo salvable del documental, que se plantea, honestamente, en un PUNTO DE NO RETORNO. No estamos bien, no vamos «avanzando» no estamos en un momento de «Desarrollo». La velocidad con la que el clima está cambiando sorprendió incluso a los más expertos defensores del calentamiento global. Ya sabemos de qué se trata, (si estás leyendo esto, quizá eres sensible al tema y conoces sus causas y alcances) estamos hablando del Antropoceno, de que los recursos naturales están siendo explotados y puestos en riesgo cada vez más rápido.

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Muchos hemos intentado hacer algo respecto. De eso se trata el documental. De las personas que buscaron alternativas y las pusieron en práctica. Como Totnes, en Inglaterra, la cuna de los «Transition Towns» o Pueblos en transición, que asumen la realidad climática y ordenan su vida en función de ella. Dividido en capítulos como Energía, Alimentación, Consumo, Educación, el docu nos propone acciones concretas en las que se aplica la creatividad,  la ciencia y la tecnología, para hacer frente a los retos de un mundo hiper poblado, hiper consumista, y sobre todo, expuesto y supeditado a los intereses de las grandes corporaciones que controlan gobiernos y sociedades enteras.

Tengo que decir que se trata de un documental algo sesgado, sin muchos contra argumentos, ni versiones que maticen las realidades que presenta.

Vandana Shiva, como ejemplo de ello, nos habla en el capítulo de la alimentaión, de la necesidad de aplicar sistemas Agroecológicos en nuestra vida cotidiana y volver a las huertas intensivas, donde la diversidad de la vida se fortalece a sí misma, para dejar atrás la agricultura industrial. Laboratekio sabe de esto, por eso promovemos las huertas comunitarias y el aprendizaje de la relación con las plantas y la fuente de los alimentos, además del tejido social y la convivencia. Pero sabemos también lo complicado que es montar una huerta, sostenerla, y cuidar de ella en un lugar como la Ciudad de México. Además del tremendo problema que enfrenta el campo mexicano al estar a expensas de los monopolios de grandes productores con monocultivos, transgénicos, y demás prácticas nada éticas que juegan el juego de los grandes almacenes urbanos. Si nos enfocamos en la pequeña huerta propia, dejamos de lado nuestra responsabilidad para con el campo mexicano.

En el capítulo de la Educación, vemos ejemplos de Finlandia, en donde sus modelos educativos alcanzan los más altos niveles en todo el mundo. Salones con pocos alumnos, dos maestros-tutores cuyo objetivo es hacer SENTIR bien a los chicos  que desarrollan múltiples actividades lejanas de las prácticas de memorización y jerarquías que miran al alumno como un ser vacío que hay que llenar. El director de una de esas escuelas, al ser interrogado por la forma en que el Estado controla y regula los programas educativos dice que la burocracia es llevada al mínimo, para poder concentrarse en educar. Le preguntan: ¿Y cómo son evaluados los maestros? Y responde que no son evaluados, que su tarea es educar, no autoevaluarse. La sala de cine rompió en aplausos y todos recordamos lo lejano que está México de ese sueño. Además de su situación de políticas internas, un sistema educativo montado sobre la corrupción y la pobreza, es difícil de imaginarse regulado y financiado por el estado, y al mismo tiempo siendo eficiente, confiable y humano.

La verdad es que al avanzar el documental, nos vamos informando (muchos ya conocíamos las problemáticas pero no todas las propuestas que ya están en marcha en todo el mundo), nos vamos indignando, nos vamos motivando mucho a reproducir modelos que funcionan, a no quitar el dedo del renglón, pero creo que a los latinoamericanos nos queda el dejo de pensar en no hay ninguna alternativa latinoamericana ni asiática mostrada en el docu. Es muy franco-americano. Muy europeo. Yo me preguntaba, si Europa es tan pequeña, pero consume tantos recursos de otros países, y no tiene soberanía alimentaria porque depende de otras naciones, es poco justo que se la muestre como ejemplo de opciones. Las condiciones sociales europeas, de injusticia y pobreza NO EQUIPARABLE a aquellas de los países sobre cuyas riquezas está construida su poca estabilidad, no se pueden comparar a las de los países que han colonizado, explotado y oprimido.

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Berta Cáceres, asesinada por defender a su comunidad y a sus recursos naturales de la represa de Agua Zarca.

Eso es un pequeño sesgo que se nos va al ver cuántas granjas y aldeas ecológicas hay en sociedades con índices de analfabetismo cero, con habitantes sin desnutrición y sin los mismos índices de violencia que por ejemplo, la India, México, Colombia o Brasil. Países subdesarrollados, colonizados, que a pesar de sus condiciones agrestes también están desarrollando estrategias para resistir al cambio climático.No en todos los casos hablamos de mega estructuras como los campos eólicos de España o las hidroeléctricas de Finlandia. En Latinoamérica están los usos y costumbres y las identidades de millones de comunidades indígenas que viven con sistemas civilizatorios de bajo impacto ambiental. Así como muchas otras experiencias de organización comunitaria y defensa de los recursos.

Los indígenas son el gran olvidado de este documental. Cuando en tantos países son ellos los que protegen las reservas naturales, los ríos, los bosques, las selvas. Las zonas en las que Europa y sus decisiones políticas están insertando extractoras de petróleo, gas, e hidroeléctricas.

Es muy bonito hablar de huertas, de dejar de usar dinero, comida orgánica, y celdas solares. Pero nada de eso será suficiente cuando la extracción de gas haya contaminado los acueductos subterráneos con el fracking, y los campos hayan sido arrasados por el monopolio agrícola que empuja hacia el uso de mono cultivos, pesticidas, etc… Es muy fácil olvidar que los países que desarrollan tan bellas alternativas (también posibles en Latinoamérica, pero donde hay otras urgencias) son los mismos que hospedan compañías e industrias (cuyo dinero mantiene sus economías) que están reduciendo al resto del mundo a escombros.No digo que no busquemos la solución que mejor se ajuste a nuestras posibilidades, que no busquemos cosas similares a las que muestra el documental, pero siento que ha sido más sencillo construir esas cosas en ciertos lugares, debido a que sus condiciones eran unas, específicas, y no vivimos en esos mismos sitios.

No quiero seguir sonando resentida y poco animosa. El documental me ayudó a volver a conectarme con la necesidad de actuar en colectivo para construir otra sociedad, otros mundos internos. Pero me dejó pensando en lo lejos que estamos de las verdaderas soluciones si queremos revertir o mitigar este problema que habitamos.

Nosotros podemos hacer huertas, jardines, comprar mejor, producir mejor. Podemos hacerlo juntos. Es maravilloso, pero no tomar partido, no pensar en quiénes toman las decisiones políticas en materia de energía y medio ambiente, no comprometernos con formar una sociedad crítica, que exija eso a los polícitos, me parece muy ingenuo.

Dejémonos inspirar, pero no nos quedemos dormidos en la belleza del jardín privado.