Laboratekio como vinculación de consciencia social
Taller de replicadores: creando comunidad
Hace varios meses, después de trabajar durante año y medio en diversos espacios convocando a tequios de trabajo comunitario para construir huertos, el equipo de Laboratekio se dio cuenta de que había que modificar el plan.
-El plan al principio era organizar tequios semanales que reunieran las necesidades de las personas para aprender sobre agricultura urbana y permacultura, donde pudieran trabajar, aprender, compartir recursos y construir huertos. Todo esto sin poner al dinero como materia de intercambio, y usando los saberes y los recursos que TODOS podían aportar para hacer que sucediera.
No fue fácil ser pocos organizadores, había que trabajar, estudiar, seguir compromisos familiares y coordinar el tekio cada domingo.
Había pocos organizadores y la vida cotidiana de cada uno dificultaba la organización y el cumplimiento de los objetivos del trabajo, se volvía cansado y las comunidades no lograban formarse de manera continua pues había que desplazarse mucho. Entonces nos dimos cuenta de que la estrategia tenía que cambiar.
No había nada en el equipo organizador que no estuviera también en las demás personas que contaban con un espacio o que podían organizar los tekios. Así que decidimos descentralizar la red, reproducirnos en otros nodos de convocatoria que pudieran coordinar tekios en sus propios espacios. Otros podrían convocar incluso mejor o distinto a nosotros. De esta forma también resolveríamos el problema de realizar actividades sin una huella ecológica tan alta. Es más sencillo trabajar siempre con la consigna de lo local.
Es más fácil trabajar un huerto que se encuentra cerca de casa. Es más rápido llegar un domingo, y menos cansado el desplazamiento. También nos dimos cuenta de que no buscábamos ser «un proyecto» sino un movimiento, y para esto necesitábamos incluir a personas que compartieran nuestro objetivo y estuvieran dispuestas a asumir el reto de volverse coordinadores de huertos urbanos.
Dos de nuestros elementos organizadores ya llevaban tiempo trabajando el tema del medio ambiente, pero para uno de ellos se trató de una experiencia nueva. El aprendizaje en el trabajo nos hizo darnos cuenta de que todos los conocimientos y las necesidades para crear pequeños huertos personales o comunitarios estaban muy al alcance de todos. Una de las cosas más importantes que se necesitaban eran confianza por un lado, y capacidad organizativa y de convocatoria por el otro.
La confianza y las habilidades de organización y convocatoria no requieren de estudios en autoestima ni comunicación. La mayoría de nosotros las usamos alguna vez, y esas fueron las principales cosas que elegimos compartir en el taller de replicadores. Surgían naturalmente gracias a la exigencia del trabajo y cada uno dejaba salir de sí la habilidad cuando estaba lista para usarse.
Decidimos iniciar la red trabajando con los nuevos replicadores por que de ese modo sucederían varias de las cosas que necesitábamos en el terreno:
– Crearíamos una pequeña comunidad que pudiera compartir conceptos, manuales, recursos, habilidades y sobre todo una plataforma de convocatoria.
– Expondríamos las posibilidades y los retos del trabajo que hemos realizado y usaríamos las experiencias difíciles o complejas que se presentaron para mejorar las de quienes se iniciaran en el proceso.
– Conoceríamos su visión sobre el proyecto y su opinión nos ayudaría a diseñar de mejor manera la red (eso ahora está en proceso)
– Nos animaríamos mucho
Trabajamos el taller con dos meses de anticipación y diseñamos la convocatoria. Diseñamos los temas, la forma de trabajo, la forma de elegir a los participantes, y el ambiente que querríamos dentro.
Enviamos la convocatoria, recibimos ayuda de muchos tipos para su lanzamiento y dejamos que las
solicitudes fueran hablándonos de lo que las personas esperaban del taller. Después de leerlas todas, re acomodamos los elementos. Buscamos sobre todo, que se sintieran bien, relajados, parte de algo que les abría las puertas y que los esperaba con muchos ánimos.
Haciendo uso del concepto de gestión y redistribución de recursos logramos financiar las necesidades materiales y de logística. El taller se financió casi solo, y esto nos permitió abrir becas para quienes en ese momento no podían pagar con dinero el costo del taller. Quienes apoyaron financieramente el taller permitieron que otros pudieran formar parte. Todos y cada uno aportaron algo, y esto es parte fundamental de Laboratekio. La sostenibilidad no es difícil de alcanzar cuando la planeación tiene espacio para ocurrir.
El equipo organizador estaba muy ansioso. (Estábamos) Era la primera vez que echábamos a andar algo tan lleno de pequeños elementos y con personas tan valiosas que nos prestaron muchas horas de su tiempo para escucharnos. Al final las cosas salieron bien, y todo valió el esfuerzo. Es una de esas ocasiones en las que uno constata el efecto del trabajo, el esfuerzo y la disciplina. Conceptos importantes para Laboratekio, como los ánimos, el contacto humano y la flexibilidad. Los pequeños detalles más valiosos los sostienen los grandes esfuerzos más precisos.
El ánimo de las personas nos ayudó mucho a seguir con los temas y aprendimos más de sus exposiciones personales que de las teorías que teníamos atrás. Otra vez, la experiencia nos enriqueció y nos brindó más energía y sabiduría que la teoría que uno pudiera repasar en un texto.
Hablamos sobre ecología, permacultura, huertos, y creación de comunidades, pero sobre todo hablamos de lo que a cada uno nos mueve. Esa es la riqueza individual que genera abundancia en el trabajo colectivo: el ánimo y el corazón.
Ahora vienen los retos. Estamos muy agradecidas con la Cooperativa Medios Comunes, con la Asociación civil Fundetih, que nos facilitaron sus espacios para la realización del taller. Con los diseñadores de la imagen, Uriel Pérez y Jorge Cruz, nuestra fotógrafa Yadith RiodelaLoza, el equipo de organización: Bárbara Tello y Rodrigo Beleño, los asistentes replicadores que aportaron materiales, alimentos, café y muchas otras cosas, la revista Mundo Verde que nos ayudó a difundir la convocatoria. También agradecemos a Anahí y a Bianca Sandoval, a todos los que han sido anfitriones de los tequios pasados, y a todos y cada uno de los asistentes a esos tequios. Sin la perfecta complementación de cada uno de estos elementos, Laboratekio no sería posible.
Ahora se están sembrando los nuevos Laboratekios en distintos puntos de la ciudad, y mientras tanto nos preparamos para el segundo taller para replicadores que tendrá lugar a finales de septiembre.
Sobre equilibrios, crisis antídotos y RESISTENCIA
¿Por qué una RED de huertos urbanos comunitarios?
The Forest Arms Hanging Gardens FEATURE from SINGLE . BARREL . DETROIT on Vimeo.
En los últimos años el interés por aprender a cultivar los propios alimentos ha aumentado debido a varias razones.
Por un lado está la baja calidad de los alimentos procesados que consumimos y que fomentan la existencia de pandemias en todo el mundo relacionadas con el peso, la hipertensión y los problemas cardíacos, además del cancer, entre otros.
Por otro lado tenemos el grave problema del medio ambiente, en donde la industria alimentaria y su crecimiento que obedece a las políticas del mercado antes que a las posibilidades REALES de la naturaleza. Y ante esto, la argoecología, la agricultura urbana y la economía solidaria, entre otras fabulosas apariciones teóricas, se plantean como algunas de las posibles soluciones.
Sin embargo, a pesar de que exista la certeza de que debemos dejar de explotar y aprender a producir más amablemente, no parece tan sencillo modificar nuestros hábitos de consumo ni nuestras actividades.
Vivir en una ciudad parece hacer imposible que existan espacios como huertos comunitarios. Es caro vivir pagando la renta, la gasolina, los alimentos que vienen de muy lejos, el descanso. Es tan caro que debemos trabajar mucho para vivir «tranquilamente» y esto hace difícil que podamos darnos un respiro para imaginar de qué forma queremos vivir, es aún más difícil, o lo parece, encontrar maneras de producir alimentos. ¿Dónde? hace muchos años que no lo hacemos y que nuestros abuelos no lo hacen tampoco.
Pero si lo que estamos haciendo es intentar salir del modelo para mirar e imaginar CÓMO vamos a re inventarnos una forma de vivir, tenemos que salir de la facilidad del juicio y el pretexto de que es difícil.
El video que se muestra en la parte de arriba del post muestra un grupo de personas que en un día
llenan de jardines colgantes un edificio donde antes hubo un incendio. Además del ánimo, la organización y la comida, que son elementos de cohesión grupal, hay un concierto. El arte y el entretenimiento son importantes para las convocatorias. La revolución verde organizada debe ser una celebración. O eso creemos.
Huertos urbanos comunitarios/Un antes y después en NY |
Allá afuera hay personas que quieren aprender, personas que ya saben, personas que pueden trabajar un par de horas, espacios que lo necesitan, tejido social que todos necesitamos como sociedad, hay materiales de desecho por toneladas, y mucho mucho tiempo disponible. Sólo se necesita que alguien ate los cabos de la manera más propicia.
Ya viene el taller para replicadores de Laboratekio
La selección natural nos dice que las soluciones se reproducen a sí mismas a través de la repetición y la innovación.
Hace dos años tuvimos el sueño de crear espacios verdes, huertos urbanos comunitarios y azoteas llenas de vida trabajando en una red con forma espiral. Queríamos proponer una solución.
¿El problema? A pesar de que en muchos sectores sociales ya está presente la necesidad de re-aprender a relacionarnos con el mundo vegetal ya sea para mejorar el medio ambiente, producir los propios alimentos ajenos a químicos y pesticidas, o conocer el mundo detrás de la soberanía alimentaria, estos conocimientos no siempre están al alcance de la mano.
Además estamos acostumbrados a aprender sólo de alguien que consideramos que es un experto. También pensamos que construir un huerto o una azotea verde cuesta mucho dinero e imaginamos que tenemos que esperar a que hayamos ahorrado o a que hayamos tomado un curso que nos permita hacerlo de manera precisa. Esto disminuye las posibilidades de acercarnos a la agricultura urbana.
Otro de los grandes problemas que conlleva el hecho de vivir en la ciudad es que el estilo de vida de muchos no fomenta el contacto con los otros bajos esquemas que no sean los más comunes. Más allá de la escuela, el trabajo, la fiesta, creemos que es necesario en tiempos en que la violencia y la apatía flotan acechando la rutina, que volvamos a ver el trabajo en equipo y la colaboración como una posible base para fortalecer el tejido social, la seguridad y ¿por qué no? también la economía.
Nuestra propuesta como solución a estas situaciones es trabajar en el diseño de un modelo orgánico de interacción entre distintos elementos. Combinamos las necesidades de aprendizaje, con las necesidades de construcción, con las necesidades de difusión de los empleos verdes, y las necesidades sociales de colaborar. Todo esto sin poner como mecanismo de intercambio sólo al dinero.
Bajo este modelo, quien puede prestar mano de obra, aprende trabajando. Quien puede prestar su espacio para el aprendizaje, recibe mano de obra para su beneficio. Quien trabaja en estos temas y necesita publicidad, obtiene la visibilidad que aporta el brindar un servicio de instrucción y acompañamiento al momento de construir. Si hay voluntad no hay obstáculos.
El resultado, que varía en cada ocasión y espacio, es que todos dan algo y obtienen algo en respuesta. Para que este mecanismo se cumpla, es necesario que haya una persona con esta visión integral de una jornada. Es por esto que ofrecemos el espacio, la plataforma virtual, el nombre (en caso de que lo deseen) para quienes sientan que pueden intentar organizar o participar en una red de trabajo.
¿De dónde tomamos este modelo? No hemos inventado nada nuevo, como movimiento y colectivo experimental descentralizado, reproducimos el patrón que vemos que funciona en la naturaleza.
Usamos una imagen que aparece muchas veces en la naturaleza: el fractal y la espiral.
Una espiral crece hacia afuera, si logramos crecer de forma mínimamente organizada estaremos creando un modelo que puede replicarse. Éste es el reto. Trabajar en red, como la rama de un árbol que se abre en cada línea para esparcir su forma y su objetivo. Buscamos un fractal que disemine estrategias, ideas, información y experiencias en torno a la agricultura urbana.
Hemos trabajado en varios espacios ya. Cada grupo ha tenido y seguirá teniendo su propio carácter y su propia forma particular de trabajar, organizarse y producir lo que sea que quieran producir. Lo que la red de Laboratekio pretende no es decir qué hacer ni para qué hacerlo. Observando el trabajo que se realiza, el interés de las personas, sus posibilidades de tiempo, dinero, habilidades en esta ciudad, respondemos al problema y la necesidad de un detonante organizativo. Pueden haber grupos de tequios de comida vegetariana, de construcción de muebles, de costura, pintura etc…
Cuando encontramos puntos que pueden ser obstáculos para la creación de más huertos urbanos, azoteas verdes y demás, proponemos una solución, una de ellas es que nos auto enseñemos a pensar de forma creativa y estratégica para crear nuestras propias salidas. Y esta solución no tiene que ver con dinero, sino con una innovadora manera de gestionar recursos, tiempo, habilidades y talentos. Este es el objetivo de nuestro próximo taller.
Sabemos que organizarnos siempre será un reto, pues hemos sido educados para preferir trabajar solos. Pero también sabemos que compartiendo recursos en una red podemos alcanzar nuestros objetivos más rápido y con menos esfuerzo. Para mantener la red y el entusiasmo, dado que la motivación es la base de la sobre vivencia de este tipo de proyectos, nuestra estrategia es hacer de la diversión y la disciplina casi una misma cosa.
Por esto buscamos personas con muchos tipos distintos de perfiles. Estudiantes, jóvenes con tiempo
que están decidiendo hacia dónde mirar, cómo trabajar, amas de casa que tienen espacios disponibles y quisieran producir sus alimentos. Padres de familia que también son amos de la casa. Personas que ya participan en otros grupos, organizando desde distintos frentes o asistiendo a los eventos. Vendedores que podrían distribuir productos de huertos, almacenadores de semillas, ¡de todo!
EL trabajo que requiere una red de este tipo varía bastante. No a todos les gusta organizar, no a todos les gusta ser visibles, tampoco hacerse cargo de algo por completo, pero todos tienen talentos que ayudan y son sumamente necesarios para la organziación. Dibujando, diseñando, enviando correos, conectando personas, tomando fotos, escribiendo, COCINANDO, haciendo videos y casi cualquier otra cosa que aporte al trabajo.
Nuestro objetivo es hacer una ciudad verde. Hacer de lado los obstáculos que podrían evitarlo y jugar con las posibilidades.
El taller se llevará a cabo el sábado 10 de agosto. Pueden escribirnos, asomarse a las fotos del FB, o quedarse cerca y asomarse a lo que iremos compartiendo sobre el taller y algunos temas.
Próximamente estaremos compartiendo más información sobre el trabajo del taller y las posibilidades de participación. Para revisar la convocatoria pueden hacer click aquí. O escribirnos directamente para pedir informes a laboratekio@gmail.com
¡Abrazos verdes!
Una red de huertos comunitarios en Coyoacán: "Enhuértame Ésta"
Queridos colegas de tequios, ¡tenemos muy buenas noticias! La comunidad crece y los espera al sur de la ciudad.
Como ustedes sabrán, Laboratekio inició hace más de un año con la intención de hacer crecer la espiral de los tequios y compartir el valor de los huertos urbanos comunitarios. Hemos visitado huertos particulares y colectivos, compartido de manera gratuita cuanta información hemos podido a través de pláticas, talleres y práctica, y hemos encontrado sinergia en muchos sentidos, pero nunca habíamos encontrado un grupo que como nosotros, defendiera el trabajo comunitario y el intercambio de saberes y semillas sin fines de lucro.
Hace muy poco encontramos dos grupos que surgieron de la misma intención y estamos muy contentos pues la red se ha triplicado y estamos listos para unir fuerzas: Carrillo Huerto y Narnia.
Carrillo Huerto es un proyecto de huertos comunitarios en Carrillo Puerto, Coyoacán. Un espacio
Foto de Rulo Luna |
que hasta hace unos meses estaba en desuso, el día de hoy es un lugar de encuentro de varios grupos de jóvenes y todo tipo de personas que asisten a aportar mano de obra a cambio de las experiencias en el trabajo del huerto. El equipo de organizadores trabaja coordinando las fechas de visita, difundiendo los avances y dirigiendo la labor en el espacio, ellos, al igual que nosotros, han encontrado los mismos factores que Laboratekio tomaba en cuenta durante el aprendizaje de trabajo con tequios.
Por ejemplo, es importante que la comunidad crezca de manera ordenada, que los visitantes sepan qué hacer, que el ambiente sea de respeto, trabajo y dedicación y que sea un espacio libre de drogas y sustancias nocivas: como las papitas y la coca cola. Además, el trabajo que implica tener un huerto necesita de mucha atención y cuidado: la disciplina acompañada de la diversión es importante, es necesario tener claro el objetivo de cada jornada, y la seguridad del espacio es fundamental. La coordinación del calendario, la difusión y la relación del equipo debe ser realizada con el mismo cuidado que se pone en una lechuga.
Gracias a todo eso, la labor que se ofrece a la comunidad es muy valiosa. A través de las reuniones y la repartición del trabajo se está empoderando a otros y estamos aprendiendo todos juntos a realizar las mismas cosas, de formas libres e innovadoras, compartiendo experiencias y errores que nos ayudan a elaborar un discurso compartido y un sentimiento de comunidad muy grande. Las comunidades de huertos urbanos son espacios fértiles para el crecimiento humano en general. n.n
Foto: Angelica Romanini |
El otro grupo es Narnia. Narnia abrió sus puertas hace más de tres años, y pasó de ser un terreno baldío a un espacio de convivencia y trabajo colaborativo. Como todos los proyectos, en estos tres años ha tenido sus altibajos, y hace poco remontó su ritmo de acción y empezó junto con Carrillo Huerto a convocar a la comunidad a unirse. En el huerto de Narnia pueden encontrarse lechugas, acelgas, y plantas de ornato que hace del ambiente un huertito fresco para disfrutar. Asistir con la bici un día soleado es altamente recomendable, dicen.
Laboratekio apoya en esta fase aprovechando la plataforma comunitaria que se construyó este último año, difundiendo los eventos, compartiendo saberes y ayudando en lo que se pueda.
Juntos, Carrilo Huerto, Narnia y Laboratekio, esperamos hacer crecer la espiral de huertos comunitarios, y ahora somos «Enhuértame Esta«
La red Enhuértame ésta será por ahora la difusora de los tequios y se apoyará en Laboratekio. Los invitamos a mantenerse en contacto y a enterarse de nuestras actividades a través del grupo de facebook: Enhuértame ésta
Pronto más noticias sobre trabajo en los huertos comunitarios, talleres, intercambios, y cursos para ser replicadores del modelo de huertos comunitarios.
¡Saludos verdes!
Yo estuve en Can Masdeu REPORTAJE
1er Laboratekio del 2013
El pasado domingo 17 de febrero llevamos a cabo el primer Laboratekio del año en la Azotea de nuestros amigos Diana y Josaphat.
La convocatoria como siempre, se hizo a través de las redes sociales y contamos con la puntual presencia de aproximadamente 25 personas.
El trabajo constó de la creación de varios huacales recubiertos de tetrapack que posteriormente como es costumbre laboratekiosa, rellenamos con tierra preparada en modo de mezcla con composta, hojas secas y tierra. Compartimos una rica comida y muchas experiencias sobre los proyectos de varios de los asistentes.
También sembramos en los módulos de huacales y de pet y en algunas macetas, las semillas que según la agricultura biodinámcia eran propicias por la fecha astrológica.
Al final de la jornada de trabajo vimos el cortometraje: «El hombre que plantaba árboles» y hablamos sobre la importancia de no dejar de trabajar y sembrar, poco a poco, hasta que consigamos sanar desde el suelo hasta el tejido social, que crece gracias a la nutrición de la tierra.
Fue una hermosa mañana y tarde de labor y camaradería.
Lo que uno ama en la VIDA
El día de hoy uno de los nodos fundadores del laboratekio se reunirá por la tarde para discutir sobre los próximos objetivos del proyecto.
Algunas veces cuando nos reunimos tomamos té, hablamos de nuestras vidas personales, de neustros procesos, las cosas que duelen y las que nos motivan, y vamos tejiendo juntas lo que será el próximo telar sobre el cual trabajaremos, como si tejiéramos un tapete con un dibujo de lo que queremos que sea el mundo. Son lindas reuniones.
El Laboratekio surgió de la mezcla entre dos mujeres inquietas que probablemente no tenían muy clara la idea de lo que querían, pero queríamos ver ¡verde!. Yo pasaba por un momento de duelo, y tenía ganas de ver lo opuesto, después de enfrentarme con ciclos que se terminaban, quería ver ciclos que comenzaran, y acercarme a las plantas me ayudó mucho a ver que en la vida unos frutos caen, algunas plantas cumplen su ciclo, y se van y mientras otras ya están naciendo, y la vida se reproduce solita. Solito el ritmo natural da equilibrio y crecimiento. Pusimos manos a la obra y del cielo cayó la idea de trabajar en tekios.
Funcionó bastante bien. La comunidad ha crecido. ¿Hace cuánto que comenzó? ya más de un año. No fue tan difícil lograr reunir a personas con ganas de aprender y trabajar, con espacios que necesitaban verde. Lo complicado ha sido mantener las riendas del asunto. Afortunadamente pocos meses después del comienzo de laboratekio llegó al proyecto una sabia bruja de las plantas que dió contenidos y energías nuevas, y que cuando yo salí por un tiempo de la organización fue de tremenda ayuda. Ahora no sabemos si hay un jefe. No trabajamos así. Claro, se necesita organización, atención, cuidado, energía y mucha lucidez para organizar los eventos y administrar el tiempo, los recursos y los momentos de trabajo, pero todo ha sido bastante natural.
El laboratekio ha sido un proceso colectivo de mucho aprendizaje. Tiene muchas posibilidades, y afortunadamente hemos encontrado muchos tekios hermanos en otros lugares del país como Veracruz o Toluca. Yo me siento muy contenta de poder compartir los momentos de planeación con el equipo. Los días avanzan con esperanza, los tekios itinerantes reciben invitaciones, y ahora vienen nuevos capítulos que nos ayudarán a aprender más, con mejores retos, manteniendo los valores de compartir la vida haciendo comunidad, aprendiendo a aprender y a hacerlo juntos, y encontrar la manera de que los recursos económicos y su eventual ausencia no sean nunca razón ni obstáculo para detenernos en nuestro deseo de vivir en una ciudad cada vez más verde, más feliz y más humana.
Siempre he pensado que intentar cosas nuevas a veces se parece a la locura, pero sólo en los momentos más arriesgados he podido encontrar nuevas maneras de inventar la felicidad. Uno puede inventarse nuevas formas de convivencia (aunque el trabajo comunitario es viejo como las abejas), aunque parezca que las opciones sólo son algunas y que si uno se sale del margen es un loco, el trabajo comunitario nos enseña muchas cosas. Entre otras, la posibilidad de buscar y explorar muy a fondo, hasta sentir que uno no puede llegar más lejos, para encontrar lo que realmente amamos. Lo que nos hace felices, que generalmente puede contagiar a otros, y cambiar el mundo poco a poco, día a día, semilla a semilla, en una infinita espiral. El laboratekio, aunque he descuidado su cuidado, me ha ayudado a encontrar lo que realmente quiero hacer. Los invito a ver el video más arriba. ¿Qué nos mueve? ¿Qué podemos hacer? Hoy se me ocurre que celebrar la vida. Con jardines, no por nada dicen que la esperanza es de color verde.
Después de este cursi post, imagino que estarán cansados de la miel, pero si no: aquí hay mas.
Próximamente tekios itinerantes, comida rica, y lo de siempre…